Hay un principio que dice al que dice bien le basta decir poco, y cuanta verdad tiene, pues las palabras cuando son muchas son confusas y abrumadoras, si sabemos decir algo puntualmente se entenderá tan claro como se esta expresando, vivimos en una educación de memorias amplias y protocolos formales, por ello los discursos suelen ser estrictamente dentro de formalismos, no hay lugar para la improvisación y −más triste es todavía− no se deje lugar para la alegría.
Sin embargo, todos deseáramos algo más fresco y alegre, si tus palabras llevan esa frescura, desearan escucharte, su tus gestos son alegría la gente se alegrara contigo, basta decir poco cuando se esta molesto y mucho cuando se esta agradecido.
Aprendamos a resumir, pero a resumir en la caridad, por amor al otro, nuestras palabras no siempre son agradables, el silencio es virtud −ciertamente− pero es virtud también saber decir algo con la mayor de las humildades: La brevedad.
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