Cuatro principios para la construcción de un pueblo según el Papa Francisco (resumen)
Para hablar de la paz tanto
dentro como entre los pueblos se proponen cuatro principios, su objetivo es la
paz como justicia perfecta, fruto del desarrollo que se da a pesar de la
bipolaridad que la amenaza, pero que, puede y debe ayudar a afianzarla.
El Papa Francisco hace la
distinción entre pueblo en sentido fuerte y una “masa arrastrada”, el primero
es una nación de habitantes que desarrollan la dimensión social de sus vidas
con responsabilidad, libertad e involucramiento. Para alcanzar una cultura
pluriforme del encuentro hay que aprender a querer y actuar, con relación y
proceso. La cultura del encuentro comprende diálogo, esto implica conflicto. Es
el método del poliedro como figura de la consonancia (armonía) y la asunción de
las diferencias.
El concepto de pueblo de la
teología argentina sigue tres momentos: la dimensión dinámica, procesual e
histórica, que se sigue de la cultura y proyectos de querer y actuar. Este
pueblo es sujeto y actor de la historia y con Dios de evangelización.
Hay un momento afectivo llamado
“precondición” para vivir la dignidad humana en la cultura del encuentro, es un
momento no irracional ya que está impregnado de “razones del corazón”, como
dice el obispo Bergoglio “una categoría no lógica sino histórica y mística”,
pues la novedad histórica no se deduce lógicamente, sino que se discierne con
un sentir inteligente. Los cuatro principios se mueven en torno a una polaridad
entre solidaridad y subsidiaridad, que se conectan con la doctrina social de la
Iglesia.
El tiempo es superior al espacio.
Surgen muchas opiniones bipolares
que mantienen tensión, plenitud/limite, idea/realidad, global/local, pero se
generan los dos primeros principios; tiempo sobre espacio y unidad sobre
conflicto. El tiempo viene a ser el horizonte que se abre, una utopía del
futuro, fin y esperanza. Se contrapone el limite; momento que se acorta,
limite, condicionamientos pasados. El ejemplo del Papa es que en el momento
limitado una estructura se aprovecha del poder, en lugar de iniciar procesos en
el tiempo que van haciendo pueblo.
Se da valor a los espacios pero
sin detener el tiempo, esto pide un cambio del vicio a la virtud, permite
trabajar a largo plazo y soporta las dificultades. Esto es aplicado al pueblo
de Dios en procesos de evangelización que toman planes a largo plazo que dan
pasó a la conversión pastoral.
La unidad prevalece sobre el conflicto.
La política implica conflicto, ante
esto se puede responder de tres formas, ignorándolo como el levita de la
parábola, los que entran en el conflicto y quedan atrapados dentro si
horizonte, la tercera es asumirlo, sufrirlo, resolverlo y transformarlo, Cristo
supero la violencia sufriéndola Él mismo, se resuelve con presupuesto (dignidad
humana) y objetivo (comunión de diferencias) llevando una superación que se
realiza sobre un plano superior conforme con la esperanza amable, solo así la
unidad es superior al conflicto. Hablando socialmente es una utopía del bien
común, la esperanza amable, la amistad social y reconocimiento de dignidades.
La paz social para el papa es “la convicción de que la unidad del Espíritu
armoniza todas las diversidades”, sobre cualquier conflicto y una síntesis
fruto de la libertad de vivir constantemente en armonía.
La realidad es más importante que la idea.
Entre estas dos hay un diálogo,
sin la realidad la idea se convierte en ideología, todo aquello que sea sesgado
y absolutizado, esto se opone a lo concreto histórico, como oponerse a la
bondad y la sabiduría, la inteligencia requiere de la parte intelectiva y
afectiva, porque “siente y gusta internamente”, es muy importante para el Papa
la presencia de la bondad y la sabiduría en el actuar, como confronta con los
modelos de Iglesia que gastan sus energías en controlar, con un fin elitista,
narcisista y autoritario, centrándolo en la revolución de la ternura, pasando
del nominalismo formal a la objetividad armoniosa.
También el Papa relaciona este
principio con la fe y la pastoral de la Iglesia, recurriendo a la carne “hace a
la encarnación de la palabra y su puesta en práctica”, esto es lo esencial en
la evangelización.
El todo es superior a la parte (y a la mera suma de las partes).
Se afianza sobre la oposición de
globalización y localización, no se puede como dice el Papa caminar por un
globalismo abstracto centrado en folklores repetitivos, perdiendo creatividad,
realidad e identidad cayendo en alienación, para esto el Papa dice que “hay que
ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficia a todos”.
Tanto la Iglesia como la sociedad
civil forman este poliedro que trabajan por la integralidad del pueblo fiel de
Dios y de los pueblos de la tierra, en la justicia, la paz, y un bien común que
los incorpore a todos. A todo esto siempre debe aplicarse el cuadro de la fe,
que nos habla “en la totalidad del evangelio”, que los abarca a todos junto con
los pobres y su espiritualidad, que lo encarna en expresiones de fraternidad,
lucha y fiesta, como el evangelio que no deja de ser buena noticia hasta que se
fecunda en todas las dimensiones del hombre.
Los cuatro principios retomados en Laudato si´
El Papa toma problemas del mundo uno de ellos el medio ambiente y
los pobres, demostrando que la realidad es superior a la idea, el problema
ambiental es inseparable de los contextos humanos, una interacción del
ecosistema con la sociedad “el todo es superior a la parte”, el Papa denuncia
como se saca de las agendas políticas el tema ambiental, recordando su
principio “el tiempo es superior al espacio”, se deben crear procesos para un
verdadero bien común a largo plazo. Entra también en juego el principio “la
unidad es superior al conflicto”, donde tanto los políticos como las
organizaciones deben trabajar en común acuerdo en cuanto a la pobreza y el
medio ambiente.
Conclusión
Estos principios también son criterios de discernimiento, ayudan a juzgar la situación de un pueblo, en funciones a su conducción hacia la paz, estas formas no únicas conforman el todo como poliedro, con sus partes como el tiempo, el dinamismo histórico y la finalidad, una realidad profunda es superior a la idea interpretada, por esto se renuncia a cualquier absolutización de las partes que culmina en un discernimiento histórico, espiritual y de conflictos, cuyo proceso va unido a la diversidad. Guardini afirma “ojos que escuchan” refiriéndose al “concreto viviente” que por antonomasia es Cristo (personas y pueblos). Estos ayuda al pastor a ser en verdad un paso para encontrar la voluntad de Dios[1].
[1]Cf. GIBELLINI
ROSINO, Teología del siglo XX, Sal
terrae; 2nd edición (30 Noviembre 2004).
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