viernes, 23 de abril de 2021

Cuatro principios para la construcción de un pueblo

 

Cuatro principios para la construcción de un pueblo según el Papa Francisco (resumen)

                                                                                                                                

Para hablar de la paz tanto dentro como entre los pueblos se proponen cuatro principios, su objetivo es la paz como justicia perfecta, fruto del desarrollo que se da a pesar de la bipolaridad que la amenaza, pero que, puede y debe ayudar a afianzarla.

El Papa Francisco hace la distinción entre pueblo ­en sentido fuerte­ y una “masa arrastrada”, el primero es una nación de habitantes que desarrollan la dimensión social de sus vidas con responsabilidad, libertad e involucramiento. Para alcanzar una cultura pluriforme del encuentro hay que aprender a querer y actuar, con relación y proceso. La cultura del encuentro comprende diálogo, esto implica conflicto. Es el método del poliedro como figura de la consonancia (armonía) y la asunción de las diferencias.

El concepto de pueblo de la teología argentina sigue tres momentos: la dimensión dinámica, procesual e histórica, que se sigue de la cultura y proyectos de querer y actuar. Este pueblo es sujeto y actor de la historia y con Dios de evangelización.

Hay un momento afectivo llamado “precondición” para vivir la dignidad humana en la cultura del encuentro, es un momento no irracional ya que está impregnado de “razones del corazón”, como dice el obispo Bergoglio “una categoría no lógica sino histórica y mística”, pues la novedad histórica no se deduce lógicamente, sino que se discierne con un sentir inteligente. Los cuatro principios se mueven en torno a una polaridad entre solidaridad y subsidiaridad, que se conectan con la doctrina social de la Iglesia.

El tiempo es superior al espacio.

Surgen muchas opiniones bipolares que mantienen tensión, plenitud/limite, idea/realidad, global/local, pero se generan los dos primeros principios; tiempo sobre espacio y unidad sobre conflicto. El tiempo viene a ser el horizonte que se abre, una utopía del futuro, fin y esperanza. Se contrapone el limite; momento que se acorta, limite, condicionamientos pasados. El ejemplo del Papa es que en el momento limitado una estructura se aprovecha del poder, en lugar de iniciar procesos en el tiempo que van haciendo pueblo.

Se da valor a los espacios pero sin detener el tiempo, esto pide un cambio del vicio a la virtud, permite trabajar a largo plazo y soporta las dificultades. Esto es aplicado al pueblo de Dios en procesos de evangelización que toman planes a largo plazo que dan pasó a la conversión pastoral.

La unidad prevalece sobre el conflicto.

La política implica conflicto, ante esto se puede responder de tres formas, ignorándolo como el levita de la parábola, los que entran en el conflicto y quedan atrapados dentro si horizonte, la tercera es asumirlo, sufrirlo, resolverlo y transformarlo, Cristo supero la violencia sufriéndola Él mismo, se resuelve con presupuesto (dignidad humana) y objetivo (comunión de diferencias) llevando una superación que se realiza sobre un plano superior conforme con la esperanza amable, solo así la unidad es superior al conflicto. Hablando socialmente es una utopía del bien común, la esperanza amable, la amistad social y reconocimiento de dignidades. La paz social para el papa es “la convicción de que la unidad del Espíritu armoniza todas las diversidades”, sobre cualquier conflicto y una síntesis fruto de la libertad de vivir constantemente en armonía.

La realidad es más importante que la idea.

Entre estas dos hay un diálogo, sin la realidad la idea se convierte en ideología, todo aquello que sea sesgado y absolutizado, esto se opone a lo concreto histórico, como oponerse a la bondad y la sabiduría, la inteligencia requiere de la parte intelectiva y afectiva, porque “siente y gusta internamente”, es muy importante para el Papa la presencia de la bondad y la sabiduría en el actuar, como confronta con los modelos de Iglesia que gastan sus energías en controlar, con un fin elitista, narcisista y autoritario, centrándolo en la revolución de la ternura, pasando del nominalismo formal a la objetividad armoniosa.

También el Papa relaciona este principio con la fe y la pastoral de la Iglesia, recurriendo a la carne “hace a la encarnación de la palabra y su puesta en práctica”, esto es lo esencial en la evangelización.

El todo es superior a la parte (y a la mera suma de las partes).

Se afianza sobre la oposición de globalización y localización, no se puede como dice el Papa caminar por un globalismo abstracto centrado en folklores repetitivos, perdiendo creatividad, realidad e identidad cayendo en alienación, para esto el Papa dice que “hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficia a todos”.

Tanto la Iglesia como la sociedad civil forman este poliedro que trabajan por la integralidad del pueblo fiel de Dios y de los pueblos de la tierra, en la justicia, la paz, y un bien común que los incorpore a todos. A todo esto siempre debe aplicarse el cuadro de la fe, que nos habla “en la totalidad del evangelio”, que los abarca a todos junto con los pobres y su espiritualidad, que lo encarna en expresiones de fraternidad, lucha y fiesta, como el evangelio que no deja de ser buena noticia hasta que se fecunda en todas las dimensiones del hombre.

Los cuatro principios retomados en Laudato si´ 

El Papa toma problemas del mundo uno de ellos el medio ambiente y los pobres, demostrando que la realidad es superior a la idea, el problema ambiental es inseparable de los contextos humanos, una interacción del ecosistema con la sociedad “el todo es superior a la parte”, el Papa denuncia como se saca de las agendas políticas el tema ambiental, recordando su principio “el tiempo es superior al espacio”, se deben crear procesos para un verdadero bien común a largo plazo. Entra también en juego el principio “la unidad es superior al conflicto”, donde tanto los políticos como las organizaciones deben trabajar en común acuerdo en cuanto a la pobreza y el medio ambiente.

Conclusión

Estos principios también son criterios de discernimiento, ayudan a juzgar la situación de un pueblo, en funciones a su conducción hacia la paz, estas formas ­no únicas­ conforman el todo como poliedro, con sus partes como el tiempo, el dinamismo histórico y la finalidad, una realidad profunda es superior a la idea interpretada, por esto se renuncia a cualquier absolutización de las partes que culmina en un discernimiento histórico, espiritual y de conflictos, cuyo proceso va unido a la diversidad. Guardini afirma “ojos que escuchan” refiriéndose al “concreto viviente” que por antonomasia es Cristo (personas y pueblos). Estos ayuda al pastor a ser en verdad un paso para encontrar la voluntad de Dios[1].


[1]Cf. GIBELLINI ROSINO, Teología del siglo XX, Sal terrae; 2nd edición (30 Noviembre 2004).

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