El alcance de la felicidad no está en la posesión o la operación,
pues el atleta que corre en los juegos olímpicos no se lleva el trofeo por ser
esbelto o fuerte, más bien por competir y competir bien al punto de ganar, así
los que obran son los que conquistan con derecho las cosas bellas y buenas de
la vida y esta vida deleita en toda manera.
El placer es un estado del alma, y ese placer se encuentra
en la afición que se tenga, los actos justos para el hombre justo, los carros
al aficionado de carros y la virtud para el virtuoso.
Para los amantes de la moral lo placentero es lo que es
natural, (las cosas por naturaleza), hasta se podría decir que no es bueno
aquel que no se goza de las bellas acciones, como no llamaríamos justo al que
practica la justicia y liberador al que lucha por la libertad y así en todas
las virtudes.
La felicidad por lo anterior dicho se encuentran en las
acciones conformes a la virtud, son además deleitosas, buenas y bellas, siendo
la felicidad todas estas, buena, bella y dulce.
Bien lo dice Aritóteles en la ética, citando a el oráculo de Delfos; Lo más bello es la perfecta justicia; lo
mejor la salud, pero lo más deleitoso es alcanzar lo que se ama.
Todo esto nos lleva a las mejores acciones y estas a su vez
a lo más excelente, lo más excelente de entre ellas es lo que llamamos
felicidad.
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