Resumen:
Video
mensaje del santo padre Francisco al Congreso Internacional de Teología
organizado por la Pontificia Universidad Católica Argentina [Buenos Aires, 1-3
de septiembre de 2015]
La
teología es vista con los ojos del Papa como una oportunidad de hacer y
recuperar memoria, una memoria de Dios sobre la Iglesia, y al mismo tiempo sobre
el pueblo que camina y no lo hace solo, el Espíritu lo guía desde adentro y
desde el exterior, esto es el motivo de la reflexión, lo que la Iglesia dice de
si misma.
La
importancia de la reflexión teológica por parte de la Iglesia particular nace
desde la fe que busca enraizarse, encarnarse e interpretar la vida de su pueblo
de frente, esto es en efecto, la maduración de la Iglesia que no existe aislada
en solitario, no es dueña exclusiva de la acción del Espíritu Santo, la
catolicidad exige esa polaridad entre lo particular y lo universal, para
asegurar la fe de nuestro pueblo es necesario una síntesis entre la tradición
recibida y la realidad concreta, de lo contrario la reflexión corre el riesgo
de convertirse en ideología. Bien dijo el papa Juan XXIII: "la Iglesia se presenta como es y cómo quiere ser, como Iglesia de
todos, en particular como la Iglesia de los pobres".[1]
La tradición
de la Iglesia es una transmisión de cosas vivas, como un rio que remonta a los orígenes,
el rio en el que los orígenes están siempre presentes[2]. El evangelio debe seguir encarnándose
en todos los rincones del mundo de manera siempre nueva como exhorta la encíclica
Evangeli Gaudium.
Una de las principales tareas del teólogo es
reflexionar sobre la identidad cristiana aquí y ahora, como todo lo que el rio
trae es vivible y visible, para hacerse carne, se hace agua para calmar la sed
del pueblo con el rio vivo del evangelio, una riqueza que no puede faltar es el
patrimonio eclesial que es una sabiduría acuñada a través de la historia
eclesial. Para superar estas tentaciones a la hora de reflexionar es necesario
el discernimiento; tomar en serio la tradición eclesial y la realidad, poniendo
a estas a dialogar, el teólogo sin duda aporta un servicio insustituible en la
vida eclesial.
El papa marca muy acertadamente como en los
últimos años se ha visto de manera muy marcada una distinción entre pastoral y
reflexión teológica, como si los primeros son los que están al lado del pueblo
y los otros son académicos alejados de la realidad, esta es una falsa
oposición, los grandes padres de la Iglesia fueron grandes teólogos porque
fueron grandes pastores, la superación de este conflicto es uno de los grandes
trabajos del Concilio Vaticano II, la substancia del depósito de la fe solo se
ve actualizada en su fórmula de expresión.
La teología responde a las interrogantes de
su tiempo, esto lo hace con los mismos términos, porque así mismo viven y
hablan los hombres de esa sociedad, la buena nueva no es estéril es una fuerza
creadora, sanadora, resucitada, la doctrina no es un sistema cerrado, debe ser
capaz de generar interrogantes, dudas y cuestionamientos, una doctrina que
tiene rostro, cuerpo, se llama Jesucristo, y va fortaleciendo de generación en
generación a todos los hombre en cualquier rincón del mundo, para desarrollar
esta doctrina es necesario conocer y amar al que la recibirá. Este encuentro
pastoral es de una teología realmente eclesial, las preguntas por los
padecimientos de los pueblos posee un gran valor hermenéutico, sus preguntas
nos ayudan a preguntarnos, sus cuestionamientos nos cuestionan, la
profundización en la palabra de Dios y su misterio exige y pide dialogar. Él se
encarna en este mundo atravesando por sus esperanzas y sus sueños. Las
periferias son la gran opción ¿Para quién estamos haciendo teología? El
Espíritu Santo en el pueblo orante es el sujeto de la teología.
Los rasgos de la vocación del teólogo son:
1. El teólogo como hijo de su pueblo, un
aprendiz de los valores recibidos, una tradición eclesial, el testimonio, la
catequesis y la generosidad de muchos, forma parte de una conciencia eclesial
la fe no le pertenece sino que forma parte de ella.
2. El teólogo es un creyente que ha hecho
experiencia de Jesucristo, no puede vivir sin su objeto (Jesús) de amor y
consagra su vida para compartirlo con sus hermanos.
3. El teólogo es un profeta, en la actualidad
las personas no pueden creer en algo que esta fuera de sí mismos, el teólogo
mantiene viva la conciencia del pasado, y la invitación que viene del futuro,
denuncia la alienación, reflexiona en la tradición y la esperanza de la
Iglesia. Despierta las conciencias dormidas, está atento a aquello que le rodea
y puede dañar a los suyos.
La única forma de hacer teología es en una
realidad entre la vida y la oración, rezar pensando y rezar pensando, entre el
pasado y presente, entre el ya pero todavía no.
Santidad de pensamiento y lucidez orante, hay
que tener valentía de ponerse de rodillas en el altar para hacer una reflexión,
insertados en un pueblo creyente para buscar una correspondencia creadora con
los problemas de la época.
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